JHASMANI CAMPOS, el último trotamundos de nuestro fútbol

April 18, 2017

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No es fácil para el fútbol boliviano exportar jugadores, son muchos los factores que influyen para que los nacionales salgan poco del país, y más aún, para que les vaya bien y logren quedarse en el exterior. Jhasmani Campos es una excepción a la regla, porque es un buscador de oportunidades, y acepta los desafíos, sus ganas de salir al exterior, lo han llevado a recorrer ligas inexploradas por futbolistas bolivianos, y lo mejor de todo es que casi siempre le ha ido bien.

El mismo Jhasmani cuenta que todo comenzó cuando él era muy joven, los primeros viajes con la Academia Tahuichi, donde logró la beca antes de sus diez años, le abrieron las puertas al mundo, y ahí entendió que jugar al fútbol era una ventana al mundo que terminó conociendo como pocos: “Los primeros recuerdos que tengo con la pelota son mi barrio, fue un amor a primera vista, porque veía  a los chicos jugar en San Silvestre y luego supe que quería eso para mí; Le pedí a mi papá que me lleve a la Tahuichi. Ahí el profe Ángel Justiniano hizo que me den la beca por mis condiciones, luego comenzamos a viajar, a mis once años hice la primera gira a Paraguay y ahí comenzó todo”, nos cuenta Campos.

Es que la vieja Academia Tahuichi, se caracterizaba por eso, muchos viajes para todas sus categorías, así podían rozarse con el fútbol de otros países, y no sólo eso, era una gran vitrina; como le pasó al diez de la selección boliviana: “En una de esas giras en Brasil me ven algunos dirigentes del Gremio y me llevaron a Porto Alegre, estuve seis meses allá, pero no me pude acostumbrar, extrañaba a mi familia, en ese tiempo a mi novia y me volví. No me arrepiento, porque fue una decisión que tomé, pero a veces pienso que quizás mi futuro hubiera sido distinto si me quedaba allá, pero estaba muy chico”.

Esa fue la primera oportunidad de comenzar a caminar sus sueños en el exterior, un deseo que siempre lo tuvo en mente, cada paso que dió en su carrera, tuvo ese objetivo. En Bolivia Campos cuenta que le gustaba ir a ver a Blooming al estadio, pero su primera oportunidad profesional se la dio Oriente, y ahí se enamoró del cuadro refinero: “De niño me encantaba ir a ver a Blooming, pero me enamoré de Oriente cuando comencé a jugar ahí. Tucho Antelo me dio mi primera oportunidad, debute en Sucre y se me hizo bastante difícil ganarme un lugar. Cuando llegué luego del Sub-20 en 2006 -ya con Clausen en Oriente- pude afianzarme en mi equipo. Fui campeón con el equipo del que soy hincha y eso es algo inolvidable”.

Luego de seis años en Oriente, su ambición por salir al exterior hizo que entregue sus derechos deportivos a un grupo empresario del Uruguay, Jhasmani estaba ilusionado con ir a la China –al menos eso le dijeron- pero finalmente recayó en Bolívar, fue una triangulación nunca antes vista en el país. Sucede que la Academia buscaba a Jhasmani desde el 2008, pero Oriente hizo imposible la transferencia del volante durante tres años, hasta que Marcelo Claure encontró la forma. Los uruguayos lo cedieron a la Academia, y Jhasmani que disputaba la Copa América del 2011, sorprendido como todos en Oriente, aceptó el reto pensando sobre todo en que Bolívar podría ser esa gran vitrina que necesitaba para dar el salto al exterior: “Yo en principio sabía que me iba a ir a la China, pero luego me enteré que Marcelo Claure era el que estaba atrás de todo, y fue lindo, me enteré un día antes, y me sorprendió mucho. Si, fue difícil con la gente, muchos aún creen que yo lo hice premeditadamente, igual yo los respeto. Mi amor por Oriente es muy grande, pero llegué al equipo más grande de Bolivia como es Bolívar y estoy eternamente agradecido por cómo me trataron”.

El paso de Jhasmani a Bolívar creó una conmoción en la Liga, fue un batacazo, que tuvo además una complicación extra. La tensión por el pase, los nervios o la mala suerte, provocaron un accidente en el primer día de prácticas de Jhasmani como bolivarista, una fractura ocasionada por la caída de una pesa en  la segunda falange del quinto dedo de la mano izquierda del jugador, casi hace que pierda el dedo meñique. Tuvo que ser operado y fue baja en gran parte del inicio de la temporada, ese fue el momento más difícil de su carrera: “El accidente del dedo cuando llegó a Bolívar fue creo lo más duro que he vivido como profesional, me costó salir mucho de eso –incluso desde lo psicológico- y Bolívar se portó muy bien. Marcelo y Guido Loayza me cuidaron mucho y me sentí querido de entrada, tenía que recuperarme para devolver todo lo que hicieron”.

Lo hizo se recuperó y tuvo una gran Copa Libertadores, le anotó dos golazos al Santos de Neymar en el Siles, quizás como lo define el mismo Campos, es el recuerdo más dulce de su vida profesional, sólo comparable al golazo que le hizo a Chile en la Copa Centenario de Estados Unidos, pero en lo deportivo, esa Libertadores lo marcó, Bolívar -con él como protagonista central en el equipo- logró la histórica clasificación a octavos de final tras doce años de sequía para los bolivianos.

 

Luego comenzó a volar, esa edición de la Copa fue la vitrina que le faltaba a su carrera, sus deseos por irse al exterior siempre fueron y pesaron mucho en sus decisiones profesionales, por eso aceptó el reto de irse a Medio Oriente: “La ambición y el deseo de salir fuera del país me hicieron decir sí, cuando llegó la oferta de Catar a Bolívar, acepté el reto casi de inmediato y me fue bien, a mí me pareció interesante la idea de ir allá.  Fue difícil, la primera vez que llegué me encontré con el desierto y me asusté, me quería volver, pero luego asumí el reto y ahora soy muy feliz”.

Es que fue un cambio radical de su forma de vida, la costumbre, el clima, el idioma, la religión, las creencias, son totalmente distintas. Muaither en Catar, Al-Orobah en Arabia Saudita, Kazma en Kuwait, y ahora el Bangkok Glass de Tailandia, son los exóticos destinos que ha elegido Jhasmani para formar su carrera de trotamundos, países con poca tradición pero que pagan bien y en los que el boliviano ha encontrado como nicho de mercado para su talento.

“De todos los lugares que estuve, me quedo con Catar y ahora con Tailandia, en Kuwait tuve muchos problemas con el técnico, y no le gustaba que venga a la selección. En Arabia también me fui solo y me costó porque es un lugar bastante duro para vivir.  En Arabia me dijeron que me vaya solo que luego va la familia, pero no es así, te ponen trabas con las visas y es muy complicado, por eso ahora en Tailandia puse como una exigencia que estén conmigo desde el principio”. Es que su esposa es el gran pilar en su vida y a sus hijos los define como su batería en la vida. Además es hogareño, le gusta estar con su padre, y su hermano, si los tiene cerca está tranquilo dónde sea que esté jugando en el mundo.
Cómo buen futbolero, sus metas pendientes son jugar en alguna liga europea, aunque el mismo Jhasma se sincera y sabe que es difícil por el camino al que ha llevado su carrera, pero no se da por vencido y Sudamérica también es una meta: “Me encantaría jugar en Europa, pero a veces se hace un poco más difícil de lo que uno imagina, por eso también quisiera jugar en una liga importante de Sudamérica, ojalá pueda hacerlo”.
Tantos lugares en el mundo, tantos sellos en el pasaporte de Jhasmani, que es quizá el último boliviano trotamundos de nuestro fútbol, pocos han tenido la suerte que tiene él, salir y quedarse por varios años en otras ligas, cambiando constantemente de ciudades y culturas. Su lugar favorito en el planeta luego de haberlo recorrido tanto, sigue siendo Santa Cruz. Así es él, querendón de su tierra y su familia, orgulloso de su carrera.

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