Juan Carlos Arce, un jugador de clase internacional

February 8, 2017

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Hoy es una gran figura de Bolívar, un referente en la selección nacional. Ídolo en Oriente, recordado como un gran jugador en un gigante como Corinthians. Juan Carlos Arce es todo eso, un jugador de estirpe internacional que pasea su fútbol en nuestro país. Pero para llegar a ser quien es, a Juan Carlos le tuvo que sobrar coraje, deseos, y ganas de superación. Creció en un barrio humilde, rodeado de muchos problemas sociales como la delincuencia, el alcohol e incluso las drogas, pero él apostó por su pelota, esa que desde chico le dio muchas alegrías: “Tenía dos opciones, ser lo que quería ser, o ser parte de ese mundo de gente viciosa y malviviente, opté por el deporte y fui atrás de mis sueños”. Su familia siempre lo apoyó, su mamá fue el pilar de todo su crecimiento hasta llegar a esa su gran oportunidad en la Academia Tahuichi.
Sobre ese su momento tiene recuerdos imborrables, desde el profesor Ángel Justiniano, que le dio la oportunidad, hasta la forma en que se ganó la beca en la Academia, “En la Tahuichi tenías que hacer de 50 técnicas para arriba – teniendo siete años – para saber si eras becado o no. Y yo tenía eso ya dominado, siempre lo hacía en mi casa en mi tiempo libre así que logré mi primera alegría siendo becado en la Academia y gracias al profe que estaba ahí observando”.
Ya encaminado con su sueño, con 16 años le tocó debutar en Oriente, uno de los tres equipos que lo han marcado en su carrera -el más importante quizás- porque le dio la chance de ingresar al profesionalismo. ¿Debutar en un clásico cruceño?, sí, una doble apuesta para el Conejo. Lo hizo, debutó ante Blooming con estadio lleno. Cuenta que erró un gol imposible, solo y debajo del arco, la hinchada aún no lo conocía, no le perdonó, y esa noche no la pasó bien; Lo marcó, le enseñó que lo que se venía en el profesionalismo iba a ser más duro de lo que había vivido en sus nueve años de juvenil. Luego el arco se le abrió, Arce con sus ágiles piernas se convirtió en uno de los jugadores más desequilibrantes de Bolivia y más queridos para los orientistas.
No tardaron en poner sus ojos en él varios agentes e interesados, se fue a Portuguesa de Brasil, y casi de inmediato, un gigante lo quería en ese país, Corinthians. No fue una etapa fácil para llegar al Timao, se habían ido Carlitos Tévez, Javier Mascherano, y otras figuras. Se destapó un grave asunto de malversación de fondos por esos y otros fichajes, hubo un éxodo dirigencial. Pero el “delantero boliviano”, desconocido para algunos en la metrópoli brasileña, llegó para sumar, jugó más de 20 partidos, anotó cuatro goles. Por eso la gente en Sao Paulo lo recuerda como un gran jugador, aportó mucho fútbol en uno de los peores momentos del Club. Marcó un momento futbolístico en un instante duro de la vida institucional del Corinthians, poco después descendió y el pueblo corinthiano prefiere olvidar ese capítulo, pero, a Juan Carlos lo recuerdan con mucho respeto y admiración.
“Corinthians es un club que te marca, porque me mostró las condiciones que tiene que tener un futbolista profesional, esas cosas te ayudan a entender muchas cosas de nuestro país, aprendí a vivir el fútbol de otra manera allá”.  No fue mucho tiempo, un poco menos de un año vistiendo la camiseta más pesada del Brasil, y con una de las hinchadas más importantes del mundo. Pero por cómo cuenta la experiencia, fue claro que fue es el segundo club que lo ha marcado en la vida profesional.
Tras su experiencia en el país del pentacampeón, comenzó a pasear su fútbol por el mundo, Rusia, Catar, Corea del Sur, fueron algunos de los destinos exóticos que le tocaron visitar: “En Catar fue un problema el idioma, no sabía ni cómo pedir algo para comer, el modo de vivir es muy distinto. Me costó mucho adaptarme, pero el fútbol no tiene idioma y no tiene fronteras, ya en la cancha me fue bien y terminé acomodándome”.
Entre varias idas y vueltas a su club de origen en Santa Cruz, le llegó la primera oferta seria y formal desde La Paz, Bolívar lo quería y estaba dispuesto a hacer todo por tenerlo, no es una exageración. La Academia se lo llevó a La Paz con el libro de pases cerrado, sólo podía jugar la Copa Libertadores durante un semestre en 2012, y luego recién pudo ser habilitado en la Liga, fue una movida poco habitual en nuestro medio, una gran apuesta del club, eso, según cuenta Arce, fue una de las cosas que más lo motivó para emigrar al occidente del país.

CONEJO4“Siempre es difícil dejar un club al que le agarra cariño, Oriente fue el inicio de mi vida profesional, pero el fútbol es eso, uno va donde lo tratan bien, y Bolívar quería que yo venga insistía mucho, incluso sabiendo que sólo podía jugar la Copa querían que venga. Además la oferta llegó en una época que sentí que se me terminó el ciclo en Oriente y fue una decisión bien tomada, porque hace cuatro años que estamos bien y contentos con mi familia”.
No se arrepiente de ese paso en su vida profesional, califica de decisión bien tomada, porque define a su equipo como su felicidad actual. Está claro que Bolívar es el tercer equipo que lo ha marcado. En la academia logró su primer título como futbolista, logró jugar octavos de final tras una espera de más de diez años para un club boliviano, luego un semifinal de Copa con su nuevo equipo. Son cosas que han arraigado “al Cone” como un bolivarista más en este tiempo, identificado con el Club, hace una temporada se ha hecho el capitán y líder del equipo, y deportivamente, ha vivido sus mejores años como futbolista vestido de celeste.
En otro capítulo de la vida de Juan Carlos, está hablar de la selección y cuando lo hace, a Arce se le infla el pecho de orgullo, “nunca voy a decirle no a la selección, siempre hay que decirle si, y si tuviera que jugar gratis, no duden que lo haría”.
Está a punto de superar los cincuenta partidos, desde su debut en la Copa América de 2004 y recuerda con mucha satisfacción ese momento, aunque desde aquella Copa hasta este día, trata de que cada partido con la verde sea único. “Los sueños son los que te llevan a marcar tu vida y tus pasos, para mí siempre fue fundamental el día a día, pero saber a dónde quieres ir es importante. Yo como todos los bolivianos sueño con el Mundial, pero no podemos llegar a un Mundial sin las condiciones apropiadas. La selección necesita una cancha, por lo menos una cancha, tener una infraestructura propia al menos, para ir paso por paso y ojalá logremos concretar ese deseo con gente que viva un poquito más el fútbol y entienda las necesidades”.
Jugador grande, no por la edad, sino por su forma de encarar la vida, con la familia que ha formado y que le ha cambiado la vida, ser padre junto con su esposa Melissa, de Sofía y Adanae, ha sido su mayor fuerza de crecimiento, algo que es una filosofía de vida para el goleador “En la carrera como en la vida, uno nunca de aprender y crecer, tengo 31 años y sigo aprendiendo de cada entrenador, y quiero seguir aprendiendo para dejar también algo a los chicos que vienen por detrás”.

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