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November 9, 2016

Si los bolivianos no entendemos que no se puede exigir que nos den lo que no se tiene, seguiremos sumidos en una frustración permanente. Después de 1994, por diferentes razones, perdimos la oportunidad extraordinaria que habíamos conquistado sin que nadie nos regalara nada de estar en la elite mundial.

La realidad de hoy está a una distancia sideral de ese momento de gloria y requiere, por ello, que asumamos el lugar exacto de nuestro fútbol –entre los dos últimos de América del Sur- para trabajar a partir de esa premisa. Así podremos entender qué es lo que podemos esperar de nuestra selección. Ciertamente no una clasificación a Rusia 2018, cuando más una colocación más decorosa y dos tareas no logradas desde 1993, ganar todos los puntos en La Paz y obtener algún triunfo como visitante. Pero lo más importante, es imprescindible garantizar la continuidad del equipo técnico de la selección, garantizar –cuando menos- un ciclo de cuatro años desde la contratación del técnico e idealmente pensar en su proyección para la subsiguiente eliminatoria. Debemos entender que el problema del equipo nacional no radica en el DT, radica en todas las estructuras de nuestro fútbol desde la Liga a las divisiones menores y a la formación, desde el nivel general de nuestra dirigencia a la administración económica y técnica del fútbol, pasando por la realidad de torneos cuya dimensión económica y futbolística, no son competitivos internacionalmente.

Sólo hay dos caminos que nos conducirán al éxito, el primero el de la paciencia. Tardaremos varios años –si hacemos las cosas bien- en recuperar un lugar expectante en el balompié continental y eso demanda espera y cero triunfalismo de los aficionados. Pero la sola paciencia no serviría de nada si no encaramos un proyecto del fútbol –Federación-Liga-Asociaciones-Estado- que defina visión, objetivos y metas en un tiempo determinado y con unos instrumentos de trabajo adecuados, que exigen una alianza de todos los actores mencionados que cuente con respaldo férreo, un presupuesto adecuado y un rol definido para cada una de las partes. Sin esos ingredientes podemos estar condenados a pedir peras al olmo. Paciencia y seriedad son requisitos imprescindibles para el fútbol boliviano en estos tiempos aciagos que nos ha tocado vivir.