En la “Villa de la Libertad” y capital de Sud Yungas, una escuela de fútbol se ha convertido en oportunidad para revolucionar la vida de decenas de niños y jóvenes que viven rodeados de grandes desafíos a nivel económico, educativo y social: El FC Internacional de Chulumani, un club nacido del trabajo, perspectiva e iniciativa de Lyndon Iturry y Blanca Quisbert, gestores de este proyecto apuntado a retribuir al pueblo que los ha acogido durante ya más de 10 años.
El club surge del compromiso paterno de ambos, quienes, al buscar una forma de integrar a su hijo con el fútbol, encontraron en el Estadio de Chulumani, la cancha más significativa del pueblo, a una comunidad con gran talento, muchas carencias y un apetito extraordinario de superación ante las mismas. “Con mi hijo nos poníamos a entrenar en una esquinita de la cancha y ahí se empezaron a sumar los niños que no podían pagar la anterior escuela de fútbol” nos menciona Lyndon. “Empezamos a entrenar y a conocernos con todo el grupo, dentro de este habían chicos muy talentosos que nos mantuvieron motivados.” Y es que en el Inter todos son bienvenidos: “Lo único que necesitan para ser parte del club es voluntad y deseos de venir. Para pagar al profe recién este año empezamos a cobrar una mensualidad, pero no todos pagan porque sabemos que hay niños que son huérfanos, o vienen de poblaciones muy lejanas, entonces no les pedimos nada más que sus ganas de entrenar y les abrimos las puertas.”
Sostener al club no es una tarea fácil, pero la responsabilidad hacia los chicos es el motor que ha mantenido vivo el sueño de Lyndon y Blanca, (apodados cariñosamente como “padrinos” por los niños) su casa se ha convertido en la casa de los jugadores “Los chicos llegan cuando quieren, se quedan aquí y siempre hay un plato de comida para ellos” nos comenta Lyndon. El compromiso con el club llevó incluso a conseguir literas para poder alojar a los jugadores que deseen quedarse con ellos en días previos a partidos e inclusive vehículos para poder viajar con el equipo donde el fútbol los llame. Los viajes son una odisea diferente, que traen consigo mucho aprendizaje: “En un principio, íbamos en una minivan para 7 personas, pero nos metíamos 15 porque no teníamos los recursos, pero no importaba, donde nos inviten estábamos dispuestos a viajar”. Sus visitas incluyen a lugares como Coroico, Chicaloma, Coripata, Irupana, Caranavi, Sorata, Guanay y Rurrenabaque; también gracias a su actitud y resiliencia llegaron mucho más allá: el club alcanzó a competir en Tarija y Santa Cruz contra rivales de talla nacional. “Cuando hay voluntad, podemos conseguir grandes cosas, cosas que parecían imposibles para muchos, pero la ayuda está donde la buscamos.”
Estas experiencias han hecho que el proyecto se aloje en el corazón de la comunidad y que en conjunto logren generar mucho crecimiento para la misma: “Estamos entrando a la sociedad chulumaneña a través del deporte, el estar en el club es un apoyo grande para los niños en su vida personal y familiar, ya que les enseña de disciplina y compañerismo”. Y a pesar de que muchos de ellos no lleguen a ser profesionales, los valores que la escuela les transmite podrán ser aplicados a su día a día.
El lema del club: “Somos lo que damos” encapsula el compromiso del mismo con la sociedad sudyungueña, que ya empieza a mostrar sus frutos: torneos internacionales en tierras chulumaneñas, jugadores locales en el ojo de clubes de la División Profesional y ante todo un cambio en la vida de sus alumnos. La confianza está a pleno en que este sea el inicio de muchas historias a contar desde este semillero de sueños.