Daniel Vaca, el hombre récord en el arco

December 9, 2016

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Daniel Vaca es el hombre récord del año en el fútbol nacional, logró sumar 674 minutos sin recibir goles, superando a Víctor Aragón que tenía la marca lograda en 1989, de 616 minutos en filas de The Strongest. Un logro que para el guardameta nacional lo compromete a dar mucho más.
Daniel es un hombre de familia futbolera, su abuelo fue presidente de un club, su padre y sus tíos fueron futbolistas, y él, como primogénito, siguió los mismos pasos. “Siempre estuve jugando, veo las fotos y ya estaba pateando la pelota -yo no me acuerdo- comencé desde los dos años a patear pelota en mi casa, comencé a romper focos y las cosas” recuerda el guardameta.
La forma en la que se fue construyendo su carrera tiene momentos extraños, marcados por el destino como él mismo relata: “Comencé a jugar en un equipo de barrio que se llamaba Real Madrid, ese equipo participó en el inter barrios que organiza la Academia Tahuichi, y para rareza del organizador mi equipo llegó a la final”, con 13 años para Vaca aquella final no fue una más, fue el partido que inició la trayectoria que tiene hasta el día de hoy, “justo ese día hubo tormenta y al arquero de mi equipo no lo dejaron ir, no les quedó otra que meterme al arco, yo era nueve, no arquero. Llegamos a ganar el partido en una tormenta torrencial, todo era un charco y yo me botaba como un chancho al barro”. Ese día se coronó campeón y la Academia Tahuichi le otorgó la beca para que se forme como arquero.
Aquel partido marcó su vida para siempre, si bien recuerda que al inicio no tuvo todo el apoyo que esperaba, “mi abuelo no quería que sea arquero; Él me decía que no íbamos a ganar mucha plata, que había que ser delantero para ganar más plata y es la realidad, por ahí recién ahora se está dando la importancia al arquero”, pero reconoce que nada fue casual, por el contrario resalta a dos pilares fundamentales para su formación desde su llegada a la Academia Tahuichi “El profesor Erwin Frey, arquero histórico de Blooming, fue el que me enseñó la base junto a arqueros como José Carlos Fernández, Carlos Arias y el profesor Saúl Ávila, que ha sido el entrenador con el que gane todas las categorías inferiores en la Academia Tahuichi desde los 14 años y fueron campeonatos muy difíciles, el sub-19 es el más difícil, la Tahuichi no lo había conseguido y nosotros conseguimos”.
Su debut como profesional también tiene coincidencias, “Debuté en Blooming en 1999 a los 18 años, mi primer partido fue contra el Tigre en Santa Cruz, fue un momento bonito que me permitió disfrutar el profesor Carlos Aragonés”. Aquel primer partido fue justamente frente al club que ha sido su casa los últimos seis años y lo seguirá siendo por un buen tiempo todavía. Continuidad que atribuye a los logros conseguidos: “En el fútbol mandan los resultados, es mi sexto año consecutivo que estoy en La Paz y ahora gracias a Dios he ampliado mi contrato por dos años más, creo que es el resultado de ganar cuatro títulos -que no es poco- y eso me ha permitido ser un hombre de la casa”. En la que ahora considera su casa y su familia, se lo reconoce como una pieza fundamental, “La gente me lo hace notar, mis compañeros me lo hacen sentir, la verdad que sí me considero un referente porque me he  ganado ese espacio con mucho esfuerzo”.
El buen ambiente del que disfruta en The Strongest se refleja en la relación que tiene con el capitán del equipo Pablo Escobar y sus demás compañeros, “Somos como hermanos, la relación que hay en el grupo no solamente con Pablo o Chumacero sino con todos los compañeros, es de mucho respeto, de ser franco, y eso es lo que prevalece en el Tigre”.
Así como vivió el momento más feliz de su carrera en The Strongest al lograr el tricampeonato, pasó el momento más difícil, y el que lo ha marcado hasta ahora, en 2011. “Mi primer año en el Tigre con el profesor Néstor Craviotto, me hice expulsar cuando el resultado iba 4-0 en los últimos minutos del partido” aquella noche de mayo los atigrados enfrentaron a Guabirá, Daniel vio la tarjeta roja en el minuto 88.
“Yo tengo muy claro la imagen de lo que pasó ese momento, salí de la cancha enojado, con bronca con el otro jugador y quizá con el árbitro, iba al camerino y entré a la ducha, el partido no había acabado, Craviotto aparece en la ducha y me canta lo que iba a pasar en los últimos tres partidos que me sancionaron, nosotros necesitábamos ganar un partido y éramos campeones, él me dice que en ese partido se nos fue el campeonato, no pudimos ganar un partido más y se nos fue el título de las manos” aquel torneo, Bolívar se coronó campeón y el Tigre quedó en el cuarto puesto.
“Ese fue un momento muy duro, porque defraudé a un técnico que tenía mucha confianza en mí,  defraudarlo a él, a la institución, quizás la gente no se dio cuenta de eso, pero fue un momento duro en mi carrera” relata con mucha seriedad rememorando un mome

nto que le enseñó mucho en su vida profesional.
Este 2016 también tiene un lugar especial en la vida de Vaca ya que después de algún tiempo fue convocado a la selección boliviana, a la que fue llamado por primera vez en 2007 cuando defendía el arco de San José. Tal como aquella ocasión inicial, su convocatoria fue el resultado de mucho esfuerzo y el respaldo de sus logros, “venía haciendo las cosas muy bien en San José, cerramos con un título nacional que fue histórico ya que hasta ahora no lo han vuelto a lograr”.
Volver a atajar frente a Paraguay fue un premio a la racha invicta que lograba en la Liga, “Lo habíamos hablado mucho con el preparador de arqueros -Hamlet Barrientos- y el cuerpo técnico, mi convocatoria cae por su propio peso. No bajar los brazos nunca, a pesar de no estar en la lista, la ilusión siempre está. Esa es la fe que uno nunca tiene que perder. Lo dijimos con Hamlet, lo vamos a obligar (a Hoyos)  a que nos convoquen y era simplemente con trabajo. Eso fue lo que realizamos y logramos con el récord”.
Así, con muchos momentos marcados por el destino, como aquella tormenta en Santa Cruz, su lugar favorito en el mundo porque está su familia, donde cocina su plato favorito –keperi, acompañado de arroz con queso y yuca frita- Daniel, construye su trayectoria como guardameta, una carrera en la que considera haber perdido varios años, “Los años no pasan en vano y uno va aprendiendo a controlarse, a controlar el carácter, a saber cuándo gritar, o cuando no. Fue difícil para mí, yo perdí mucho tiempo por no hablar en el arco, todos los técnicos me decían que tenía que ser más entrador, más canchero y la verdad que yo era un mudo en el arco, por eso digo que perdí mucho tiempo en despegar, porque las condiciones ya las tenía”.
Aún tiene un sueño por cumplir, jugar en el extranjero y sellar así su formidable carrera en el arco boliviano.

 

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