Un crack que sueña en grande: Erwin Saavedra

September 9, 2016

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Pocos jugadores en Bolivia tienen una exitosa carrera con menos de 20 años, Erwin Saavedra es uno de ellos. Desde que llegó de Oruro a La Paz han pasado sólo tres años y medio, pero su ascenso ha sido tan rápido y vertiginoso, que al mismo Erwin le cuesta acomodarse a su nueva vida.

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Apasionado por el fútbol de salón desde que tiene uso de memoria. Vivió muy de cerca en su infancia los mejores años del salonismo en Bolivia, con su padre y sus tíos como protagonistas de un equipo que logró el subcampeonato mundial de la Federación Internacional de Fútbol de Salón:

“Mi papá y mis tíos jugaron siempre al futsal. Los acompañé en el Mundial del 2000, perdieron la final por penales ante Colombia, yo aprendí mucho de ellos. No jugaba mucho fútbol al comienzo, pero ahora que me fui especializando, me ha ido muy bien y estoy contento con lo que hago”.

Esas raíces fuertes del fútbol de salón son todo en la carrera de Erwin Saavedra, la relación Mario Saavedra (su padre), con quien fue su gran puerta al éxito -Walter Flores- nació en un sudamericano de futsal, y luego se hicieron amigos inseparables, por eso ante la primera chance que encontraron, no dudaron en llevárselo a Bolívar.

Saavedra ya había probado suerte en Oruro, entrenó bajo las órdenes de Marcos Ferrufino en 2012, y aunque el profe quería que se quede, a Erwin no le convencía el ambiente y no quería desligarse de su pasión, el fútbol de salón. Además tenía entre ceja y ceja un desafío personal, él quería llegar a Bolívar:

“Yo pasé la prueba con el profe Ferrufino, entrené un mes en Oruro con la primera de San José, pero hubieron cosas que no me convencieron, además ya iba a terminar el colegio y mi sueño siempre fue venirme a La Paz y jugar en Bolívar, yo sabía lo que quería. Por eso me vine de la mano de mi papá y Walter”.

Erwin llegó el 10 de enero de 2013 a La Paz, se internó en el estadio Libertador Simón Bolívar de Tembladerani –donde Bolívar tiene habitaciones para sus jóvenes jugadores que llegan del interior del país- y aunque ya tiene un contrato profesional, él prefiere quedarse a vivir con sus amigos, rodeado de fútbol, cuidando su entorno, su ambiente, algunas de las claves del éxito de Saavedra, son esas sus relaciones, de los que dice ser su segunda familia, desde hace tres años, comparte habitación con Luis Lara a quien Saavedrita define como: “un hermano, un gran chico”.

La decisión de dejar a la familia en otra ciudad, fue la más importante de su vida, no se arrepiente, pero recuerda lo duro que fue aclimatarse a su nueva etapa:

“Los tres primeros meses me costó mucho, no quería quedarme, extrañaba a mi familia, era muy tímido, todo me costaba. Mi mamá también quería que me vuelva, pero mi papá fue el que me empujó a seguir, de él también era su sueño, más bien comenzaron a darse las cosas, me subieron a primera y me fui acostumbrando, ahora soy feliz con mi segunda familia en Tembladerani”.

Esa es otra de las grandes claves del jugador que maduró en tres meses en la Sede de Gobierno, la templanza y rigidez con la que lo crió su familia, por ejemplo a Erwin lo echaron de casa por errar un penal, tuvo que trabajar un mes para sobrevivir fuera de su hogar, es que no hay medias tintas en la vida del crack boliviano:

“Mi papá es muy exigente, tiene carácter de un entrenador loco, fallé un penal y me ha reñido mucho. Ahí tuve que buscar trabajo en Oruro en 2010, porque mi papá me botó de casa por haber fallado el penal, me tuve que ir a vivir con mi tío. En su momento pensé que fue muy malo, pero creo que he aprendido mucho esa vez, fue una experiencia inolvidable”.

Xabier Azkargorta lo subió a primera, y tan rápido lo convenció de que tenía pasta que lo hizo debutar en el primer equipo. Un año y tres meses después de llegar a La Paz, tuvo sus primeros minutos en la Liga ante Blooming en Santa Cruz, una semana después, debutó en Copa Libertadores ante León en México. Erwin “ustedeaba” a gran parte de sus compañeros en esa época, pero cuando tenía la pelota en los pies, se transformaba en señor, jugador hábil por sus dotes de salón, de gran visión porque su puesto natural es ser creador -admirador de Iniesta- pegado a la banda donde le toca jugar en sus primeros dos años como profesional; Sueña con grandes cosas ahora que consumó su debut con la Selección:

“Quiero seguir triunfando, sé que soy un triunfador y quiero representar a Oruro y Bolivia fuera del país, me encantaría jugar en Europa, trabajo día a día para eso. Siempre soñé con llegar al Barcelona, y sé que es muy difícil imaginarse en esas importantes Ligas, pero con trabajo y esfuerzo todo se puede”.

Pocos jugadores bolivianos tienen el curriculum vitae que tiene Erwin Mario Saavedra Flores, con sólo 20 años, tiene dos títulos nacionales con Bolívar, una semifinal de Copa Libertadores, suma cinco partidos con Bolivia, jugó ante Messi, Alexis, James, nunca se achicó, es más le reventó el arco a Boca Juniors, y entre sus trofeos personales, no están las camisetas de esos cracks mundiales, él prefiere guardar en su memoria el grito de aquel golazo en Libertadores:

“De todos los momentos que viví, me quedo con el partido de Boca, ese gol significó mucho para mí”.

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